Entrevista - A. Durini, M. Mendez, G. Repun, F. Vaccarini

Entrevista a los autores de “La katana perdida”, publicada por la Editorial SM en su Colección El Barco de Vapor y finalista del premio homónimo en el año 2010.

 

Débora Pert: ¿Cuál fue tu primera reacción cuando tu compañero te dijo que tenía una katana de madera, pero que igual mataba?

Franco Vaccarini: Fue un pasajero que compartía el asiento conmigo, en un viaje de Tanti a Retiro. Cuando me dijo eso, pensé que mentía, pero que era un mentiroso entretenido.

DP: ¿Enseguida se te ocurrió que la katana podía dar origen a una historia?

FV: Sí, en general Córdoba me resulta inspiradora, pero un cordobés que hablaba como un samurai era imperdible.

DP: ¿Cómo pensaste que podría ser escrita a cuatro manos?

FV: Porque empecé a escribir inmediatamente después de que nos pusimos de acuerdo en hacer una novela juntos; y tenía claro el comienzo.

DP: ¿Fue sencillo escribir entre todos? ¿Cada uno escribía una parte y

luego se reunían para “amalgamar” la historia?

FV: Fue más sencillo de lo imaginado al principio y se fue complicando

hacia la mitad de la novela, pero finalmente todos hicimos aportes fundamentales.

Mario Méndez: Hice “trampa”. Escribí yo solo la leyenda de la katana. Después vería si querían incluirla o no. Si querían ponerla

en medio del resto de la novela o toda junta. Franco y Ángeles fueron los que más trabajaron. Graciela se ocupó del “bordado” y el final. Tardamos cuatro años en escribirla, porque en el medio cada uno tenía que cumplir         con sus obligaciones. Hubo un excelente trabajo de edición por parte de Laura Linzuain.

Ángeles Durini: Franco fue el que más propuso en cuanto a la historia, fue el primero que mandó algo para que siguiéramos, en base a una experiencia que él tuvo con un samurai cordobés en un bus, y los demás empezamos a hacer el contrapunto, hasta que, avanzada la novela, la participación se mezcló más. Te diría que yo le empecé a hacer el contrapunto a Franco desde su mirada de Emilio, yo desde mi mirada de Aurelia la profe. Mario se mandó la súper leyenda japonesa, y lo dejamos tranquilo que hiciera porque lo estaba haciendo precioso. Por la mitad de la novela, Graciela empezó a hacer un contrapunto desde los mellizos y toda la gran fiesta, ahí me retiré un poco. Si volví a participar mucho en la corrección, había que estar muy atento a la continuidad de las escenas, por ejemplo: si Aurelia aparecía en el restaurante tomando una copa de campari, en otra escena en el mismo tiempo y lugar, Emilio la tiene que ver con una copa de campari y no con una taza de café. Corregí un montón ese tipo de cosas. Mario hizo la edición, entre todos acordamos los momentos en que aparecía la leyenda, y después concretamente con la editora, fui yo la que laburé con ella. Laura Linzuain notó que había partes donde faltaba información importante, sobre todo en el recorrido de la katana cuando sale de Japón y llega al anticuario, etc., entonces retomé escritura y escribí esas partes. Lo del anticuario y demás lo había traído Gra, y yo me metí en ese momento para amalgamar, así como ella se había metido con Aurelia con respecto a los mellizos y gran fiesta. Como verás, llega un momento en que todos se van metiendo como en un rompecabezas a ocupar un espacio que notas vacío y ves que le hace falta al conjunto. 

Graciela Repún: La experiencia fue riquísima

DP: ¿Escribirías otra vez junto a tres compañeros?

FV: Me parece que hacerlo una vez es toda una hazaña. No hay muchos

antecedentes de cuatro escritores compartiendo una misma historia. Lo pudimos hacer porque somos amigos y porque tuvimos una editora que logró amalgamar todos los aportes. Por supuesto que lo podría hacer de nuevo, pero es un esfuerzo gigantesco. Lo dejaría para otra vida.

MM: Sí, nos divertimos mucho. Tendría que ser así, sin presión.

Repetiría la experiencia. Sé que es embarcarse en un viaje que no sabés cuándo regresás, pero la repetiría.

AD: Me resultó como una improvisación teatral, donde hay uno que propone y otros van viendo por dónde meterse para construir, y en el ir y venir otro hace la propuesta, y están todos muy atentos para poder seguirla y al mismo tiempo proponer, y casi sin darte cuenta se va armando una obra, que también te sorprende, aunque formes parte porque hay otros ahí en juego y vos tenés que reaccionar sin irte de esa obra. 

Había tenido una experiencia previa con otro grupo, al escribir El enigma de los rastros, un cuento largo que escribimos con un grupo liderado por Susana Cazenave, y que salió publicado en Patagonia, tres viajes al misterio, por Amauta, la editorial de Mario, junto con un cuento de Franco y otro de Mario.

GR: Volvería a repetir la experiencia.

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