Entrevista a Jorge Grubissich
Débora
Pert: ¿Cómo se te ocurrió dedicarte a la literatura juvenil, ya que habías
incursionado en el terreno para adultos?
Jorge
Grubissich: Nunca se me había ocurrido, siendo adolescente, seducido por la
filosofía o el teatro, la poesía y las novelas de la enorme biblioteca de mis
viejos, escribir para chicos o para jóvenes. Tampoco leía esa clase de
literatura. Las influencias de esa época eran El juego de abalorios, Mientras
yo agonizo, Muerte en Venecia y barbaridades semejantes.
Sí, entre
novela y novela adulta, con dos publicadas y ventas que daban pena, escribí un
principio de novela infantil, autobiográfica, que era una suerte de recreo, y
que quedó por la mitad. No se me ocurrió más nada, y la abandoné sin sufrir. Mi
amigo Mario Méndez, entre otros ladrillos que le daba a leer, leyó esta y me
incentivó a seguirla. Se me ocurrió la segunda mitad y la publicamos en nuestra
pequeña editorial, Amauta. Oh, sorpresa, muy pronto agotó la primera edición,
de 2000 ejemplares, y sacando la segunda edición la compró el Ministerio de
Educación de la Ciudad, para los 5° de CABA: 25.000 ejemplares. Algunas nuevas
ideas y algún pedido puntual me llevaron a insistir en el género, del que a
veces salgo para otros títulos más jugados, juveniles pero sin restricciones de
edad, como Piedra Libre o La senda del puñal, y realmente me siento muy a
gusto.
DP: Antes
de sentarte a escribir ¿ya tenés pensado el "esqueleto" de la novela
o el cuento?
JG: En
general no hay nada escrito. La estructura se me ocurre cerca de la mitad,
cuando ya tengo los personajes, los rasgos generales de la trama y unas cuántas
anticipaciones de hechos futuros, porque en el tema de los bloques de tiempo me
muevo sin censura. La senda del puñal es una prueba: la historia del capítulo 1
empieza bastante después que la del capítulo 2. Luego confluirán, pero esas
enredaderas me entusiasman mucho, aunque muevan la edad ideal de los lectores
hacia arriba.
DP: ¿Cómo
decidiste ubicar la novela "La senda del puñal" en esa época y en esa
pequeña ciudad bonaerense?
JG: El
nombre del pueblo me gustó. Después Internet me proveyó de todo lo necesario.
La época tiene otras razones, casi inconfesables. Si Julieta le hubiera avisado
por WhatsApp a Romeo que no estaría realmente muerta, la obra de teatro acaso
no habría existido. Prefería una época sin celulares, con sus tres cámaras de
fotos, sus GPS, ni las soluciones de Internet. Si uno piensa en esta u otras
novelas consagradas con todo eso incorporado, se desvirtúan bastante. Además se
desactualizan rápido. Escribir una novela en un año anterior a todo ese aluvión
informático, es toda una liberación.
DP: El
ridículo desempeño de los detectives afloja la tensión. ¿Era esa tu intención
desde el principio o surgió en una corrección?
JG: La
novela salió, sin Bardolín, finalista del premio Barco de Vapor. La editora de
SM de esa época me contó que no podía premiarse o publicarse porque la temática
no era infantil, y el tamaño no daba para Gran Angular. Entonces preferí meter
a otro personaje. Debí ajustar la trama pero fue eficaz, porque le incorpora a
la novela rasgos humorísticos y hasta pasajes de violencia social. Antes de
proponérsela a SM, la di leer a Salim (por pedido de ellos) y decidieron
publicarla.
DP:
¿Estás trabajando en algo en especial? ¿Algún adelanto que puedas darnos?
JG: Estoy
dándole las últimas pinceladas a otra novela juvenil, que presentaré en el Gran
Angular de este año. Por eso no puedo adelantar mucho porque si algún jurado se
entera de esto está leyendo condicionado. Sí puedo adelantar que hay un
bibliotecario, y un detective clásico, en un caso que tiene, como La senda del
Puñal, bastante de novela negra. Yo coqueteo con la novela negra sin cesar,
como un amor incondicional. Aparte de estas dos, La senda del puñal y la del
concurso, hay una que se llama Los abismos de la luna, publicada por Galerna,
que sufrió la supresión de varios muertos y unas doscientas comas (y yo lo
acepté todo) que aún pauperizada, sigue siendo muy atractiva. No creo que sean
todas las escritas en el futuro. Incluso, si vuelvo a la literatura adulta,
estoy seguro de que intentaría escribir una novela negra, con violencia, amores
frustrados y casos sin resolución, toda una fiesta
Nota:
¡Qué pena que no pudiéramos encontrarnos cara a cara con Jorge Grubissich!
Intercambiamos varios mails y tuvo la generosidad de tomarse el tiempo y el
trabajo de responder (como ven, en forma extensa) a mis preguntas.
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