El 22 de junio de 2019 –hace tres
años- se realizó por primera vez en la Biblioteca una actividad novedosa: la
reunión de un grupo de filatelistas, con el objetivo de canjear sellos
postales.
El
coleccionismo de estampillas postales nació con la misma aparición del primer
sello postal, el Penique Negro de Inglaterra, el 6 de mayo de 1840. Con el
correr de los años estos pequeños trocitos de papel impreso cumplieron diversas
funciones que excedieron con creces el de testimonio del franqueo del porte de
una carta, para convertirse en herramientas de difusión política, cultural, de
dominación imperial o de ocupación de un territorio en las cambiantes
situaciones bélicas. Y también han sido fuente de ingresos fiscales: los
empleados de Encotel que en abril de 1982 se hicieron cargo de los servicios
postales en las Islas Malvinas se asombraron de que los requerimientos
filatélicos de estampillas de las Falkland
constituyeran una de las principales fuentes de ingreso de divisas para la
administración kelper.
La
filatelia no es ajena a las nuevas formas que adopta la comunicación humana,
donde los bytes reemplazan a los átomos. Hoy no hace falta trasladar
físicamente un papel desde un punto a otro del planeta para mandar noticias. Esto
arrasó drásticamente al empleo de sellos postales en el franqueo de
correspondencia. Pero el caso es que, salvo Islandia, ningún país del mundo al
día de hoy (junio 2022) ha dejado de emitir sellos postales. Y si bien mermó el
coleccionismo de sellos, no por eso la raza de los filatelistas se ha
convertido en una especie en vías de extinción. No al menos en la localidad bonaerense
de Florida, en un sitio llamado Biblioteca Popular Sudestada.
El 22 de junio de 2019 la Biblio abrió sus puertas a su primera reunión de filatelistas para canjear sus sellos. Aquí el primer afiche y la primera foto grupal:
Desde
entonces –salvo cuando la pandemia nos obligó a quedarnos en casa- el encuentro
se vino repitiendo la mañana de todos los terceros sábados de cada mes. En 2022
se agregó otro encuentro más cada primer sábado: la jornada de estudios
filatélicos. Allí se trata algún tema específico filatélico y se comparten los
conocimientos sobre el mismo: hasta ahora se realizaron dos jornadas de
análisis de los sellos británicos conocidos como Machins que poseen gran variedad de características que los hacen
de ardua clasificación, otra de Wildings
y una de iniciación a la filatelia. También el Espacio Filatélico participó de
diversas instancias del Paseo Cultural Federico García Lorca, exhibiendo
colecciones de sus miembros alusivas al tema evocado. Asimismo, sus participantes
donaron libros, catálogos y material de arte postal para el fondo bibliográfico
de la Biblioteca y para consulta en las actividades sabatinas.
“La actividad solo requirió un impulso
inicial, activada en los foros filatélicos virtuales, y luego desarrolló su
propia dinámica, y se impuso por sí misma” dice Daniel Ortiz (57),
presidente de la Biblio y él mismo filatelista desde su niñez. “Había necesidad de contar en la zona con un
espacio físico de reunión e intercambio de sellos: fue lanzar la iniciativa y
que de inmediato contara con personas interesadas. Así, la Biblioteca amplía su
oferta cultural para el barrio con una actividad que es mucho más que un
entretenimiento: es formativa y multidisciplinaria. Además, la impronta de su
conformación hizo que una tarea que es inicialmente individual (porque cada
cual lleva su propia colección), se transformara en colectiva al agregar la
jornada de estudios.”
Ortiz colecciona sellos de Alemania
hasta 1945, Argentina, Islandia, España y Gran Bretaña.
Las
estadísticas de la demografía filatélica nos muestran un universo de
coleccionistas mayoritariamente varones, de edad madura (50 años hacia arriba).
El grupo humano de este Espacio Filatélico rompe con ese molde. En primer
lugar, porque está coordinado por una mujer que, además, pertenece a la cohorte
de los treinta y pico de años de edad. A la pregunta de cuál es la nota
distintiva de este grupo nos dice Fernanda Sosa (38), pues de ella hablamos: “Definitivamente una característica
distintiva es que somos un grupo con mucha presencia femenina y desde que retomamos
la presencialidad en nuestros encuentros, empezaron a sumarse miembros más jóvenes.”
Cuando
le preguntamos qué puede encontrarse
el/la filatelista que llega a este Espacio Filatélico, Fernanda es concreta: “En primer lugar es un grupo bastante interesante,
tenemos miembros de todas las edades. El espacio en la Biblio es un lugar muy
cómodo y enseguida todos se sienten a gusto.” En la misma sintonía nos dice
Dorinda Piñeiro Fernández (75): “Es un
grupo ameno donde podemos intercambiar estampillas. Pero en realidad nosotros
buscamos intercambiar no solo estampillas, sino también información, saber un
poco más y todo eso se da en este grupo, podemos charlar y así tener una forma
de aprender un poco más. Siempre uno busca aprender un poco más. Y es un grupo que
va creciendo más y aparecen personas que no venían antes, y se va incrementando.”
Es la misma mirada que sostiene Fernanda Sosa, en su rol de coordinadora: “En nuestro espacio, hacemos mucho hincapié
en lo que creemos los pilares de la filatelia: el estudio y el intercambio.“
Pero
si de romper moldes hablamos, el Espacio Filatélico se nutre de sangre nueva.
Mateo Aren (14), alumno de una prestigiosa escuela industrial porteña, llegó a través
de una docente que le contó de la existencia de este grupo. “Empecé a coleccionar porque me encontré una
caja de mi abuelo llena de estampillas. Mi colección es de Alemania imperial,
Alemania Oriental, ocupaciones de las dos
guerras mundiales y también hago las temáticas espacio y castillos”. También tiene algo para decirnos León (12): “Un día encontré un sobre de mamá con estampillas y me encantó la idea
de coleccionar. Estoy coleccionando estampillas de Polonia.” Por la madre
de un amigo supo que existían más seres afines llamados filatelistas a pocas cuadras de su casa y se sumó a los encuentros.
Preguntamos a Fernanda Sosa si realmente hay jóvenes y jóvenes adultos haciendo filatelia hoy: “Si, claro que sí. El problema es que lamentablemente los espacios de reunión y aprendizaje como el nuestro se fueron perdiendo. A raíz de la pandemia y el surgimiento de los grupos filatélicos de whatsapp descubrimos que es un hobbie muy activo, pero por alguna razón dejaron de existir estos lugares de pertenencia y se volvió un hobbie en solitario.” Dorinda Piñeiro, que además asiste a otro grupo filatélico en San Isidro, nos refiere que también ve allí un repunte en el interés juvenil por los sellos postales.
Sellos
temáticos: castillos y espacio
Dorinda
es coleccionista temática: su especialidad son los sellos de arte y posee una
vasta colección. También colecciona sellos de España, Argentina y Alemania.
Fernanda Sosa se concentra en algunos países (Australia, Suiza, Alemania
Occidental e Inglaterra) y en una temática muy poco frecuente: hongos.
Les preguntamos a ambas filatelistas a qué atribuyen que haya
menos mujeres que varones haciendo filatelia. “¡Que pregunta!” dice Fernanda Sosa. “No creo que haya menos mujeres coleccionistas, creo que no están
visibilizadas. En las jornadas de estudio hemos llegado a ser más participantes
femeninas que varones. Creo que se trata de brindar un espacio dónde uno se
sienta bienvenido y te permita formar parte y tener voz.” Dorinda Piñeiro
ve algo similar: “En algunos clubes de
CABA suelo ser la única, a veces somos dos mujeres. En San Isidro somos tres
mujeres: es cierto, en general hay más hombres. Puede ser porque una mujer
prioriza la casa, los hijos y deja de lado el hobbie, y lo retoma cuando vuelve
a tener momentos libres. Pero es porque no te das el tiempo suficiente para
hacer lo que a vos te gusta y lo que te agrada.”
Daniel Ortiz nos cuenta, desde su experiencia en la Biblioteca,
que la asistencia predominante a las diversas actividades culturales es casi
siempre femenina. “En el Espacio Filatélico
la relación se invierte, me atrevo a decir que es el único ámbito de la Biblioteca
en el cual hay más varones: pero considerado en comparación con otros grupos
filatélicos me doy cuenta de que la presencia femenina es fuerte y, a
diferencia de aquellos, nuestro grupo está coordinado por una mujer.”
Leonardo
Crudele (51) tiene dos particularidades: “Colecciono
sellos de aproximadamente cien países y junto con mi padre, Luis, compartimos
la colección y tenemos los mismos intereses en general.” La familia Crudele
encarna el caso soñado por cualquier filatelista: que la colección continúe en
el seno familiar, proseguida por un descendiente. Y es particular la tendencia
de ambos al coleccionismo universal (y no restringido a pocos países o un solo tema),
una práctica que se hizo imposible desde un siglo atrás, por la profusión de
emisiones filatélicas. Con respecto al Espacio Filatélico de la Biblioteca
Sudestada, que conoció por medio de otro filatelista, dice: “Lo que me hace regresar es el ambiente
ameno que hay. La mayoría de las personas me resultan muy agradables lo que
hace que me pueda vincular con todos. El ambiente es muy cordial. El espacio
físico me parece muy bueno y brinda todas las comodidades para la actividad.
Estoy muy contento de haber conocido el lugar.”
En la programación destinada al público infantil y adolescente de las vacaciones de invierno, la Biblio tiene programado realizar los lunes 18 y 25 de julio (16 hs.) una actividad de iniciación a la filatelia. Requisito: saber leer. Mientras tanto, continúan las actividades de los primeros y terceros sábados de cada mes.
Los contactos con el grupo se pueden realizar por email (espaciofilatelicosudestada@gmail.com) y todos los días podemos aprender algo de filatelia, libros, cultura general, geografía, historia o de la vida en el Instagram del Espacio Filatélico: https://www.instagram.com/espaciofilatelicosudestada/
El filatelista, obra de François Barraud (1929)
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