Gianni Rodari (Omegna, Italia, 1920)
Gramática de la Fantasía
Editorial: Colihue, 2011
ISBN: 978-950-581-643-9
Fue periodista, maestro,
pedagogo, escritor de historias para niños. Ganador del Premio Andersen (el Nobel
de la literatura infantil)
“El uso total
de las palabras para todos,
No para que
todos sean artistas,
Sino para que nadie sea esclavo”.
El 23 de
octubre de 2020 Gianni Rodari se cumple el centenario de su natalicio.
A través de su obra Gramática de la fantasía, que es el principal exponente de las ideas que surgen usando técnicas simples para que chicos y grandes pudieran escribir sus propias historias, produjo una gran innovación mediante algo que, aunque hoy nos resulta obvio, a mitad del siglo XX –en la época de "la letra con sangre entra"– para muchos debió ser revolucionario: había que respetar a los niños y no tratarlos como si fueran tontos, pues sólo eran pequeños.
En el título de este libro habría una contradicción pues una gramática es una ley y la fantasía no se atiene a normas. Pero, si hasta el caos sigue una pauta, por compleja que sea, ¿por qué no ha de tenerla la fantasía?
Siempre creyó en el enorme poder de las palabras. Para Rodari, una palabra lanzada a la mente de un niño era como un guijarro lanzado a un estanque: la piedra entraría en el agua formando unas ondas que moverán todo lo que hay en el estanque. Así el efecto de la palabra, igual que el de la pequeña piedra, llegaría mucho más lejos de lo que parecía y pondría en marcha procesos inesperados.
Modernizó las técnicas pedagógicas estimulando la fantasía y la creatividad, y tuvo por lema una pregunta: "¿Vale la pena que un niño aprenda llorando lo que puede aprender riendo?".
Rodari nos transmitió en este libro una serie de “operaciones de la lógica fantástica” para construir auténticos artefactos literarios eficientes, cuentos potencialmente iluminadores y divertidos dirigidos a un público que cumple con la primera norma del buen lector: la suspensión de la incredulidad.
En su empeño por encontrar una “fantástica”, una ciencia de la fantasía, puso a nuestra disposición una enorme cantidad de procedimientos de transformación de cualquier material en material fantástico (prefijo arbitrario, error creativo, hipótesis fantástica, inversión premeditada del tema del cuento, binomio fantástico...). Esos procedimientos los recogió a lo largo de su vida de las fuentes más variadas e inverosímiles (Max Ernst, Novalis, la lingüística de Jakobson, la semiótica de Eco, la filosofía de Dewey, la matemática de Garaner, el arte de Klee, el dadaísmo de Tzara, el surrealismo de Breton...) para inventar historias divertidas hay que aplicarse con seriedad, conscientes de que cuanto más divertida es una historia, más útil resulta. La clave está en usar las palabras con un pie en la gramática y otro en la parodia y en domesticar al azar y civilizar el significado, sin limitar las posibilidades del absurdo.
La pedagogía de hoy le debe mucho a todo lo desarrollado por Gianni Rodari.
Débora Pert
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