El mamífero que vive en el mar
Dicen
que dicen que me dijeron, que hace mucho, mucho tiempo, cuando los dioses
crearon la Tierra y todo lo que en ella habita, cometieron un error. Lo cuento
bajito, para que no se enojen. Pero lo bueno es que lo admitieron y lo
solucionaron.
Gósgoe
– la ballena- era el animal más grande que existía y lentamente, con sus
pequeñas patas, recorría el sur de nuestro país.
No
corría ni atacaba. Ni siquiera rugía. Pero a su paso desaparecían árboles,
animales grandes y pequeños y hasta tolderías completas.
Los
hombres no entendían qué pasaba. Y por eso recurrieron al dios Elal, creador de
los animales, del tiempo y las estaciones, del fuego y quien les enseñara a los
hombres a perseguir y encontrar la felicidad.
Les
dijo que él tampoco sabía que pasaba, pero estaba dispuesto a averiguarlo. Para
eso se convirtió en pájaro, en liebre, en zorro para encontrar la verdad.
Al
final vio a la ballena a lo lejos que se acomodaba para dormir. Y cuando abrió
su gran boca para bostezar aspiró a la liebre.
Entonces
Elal habló con el enorme mamífero y le contó las ventajas de vivir en el agua.
La ballena tenía miedo a los cambios y no sabía si era cierto que allí se
sentiría más liviana y se movería muy rápido.
Elal
le propuso que hiciera la prueba. La acompañó hasta el mar y primero,
lentamente, con miedo, metió su enorme cuerpo en el agua.
Cuando
el animal sintió que flotaba y pudo moverse con velocidad, se sintió tan feliz
que saltó para demostrarle su gratitud
al dios creador de todo lo creado. Y nadó hasta lo más profundo del mar.
Por
eso, las ballenas siempre saltan cuando los hombres las admiran, para seguir
mostrándole su agradecimiento a Elal.
Débora Pert
Versión de “Gósgoe, la ballena” de Gustavo Roldán
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